Ayuquelen (página para adultas mayores de 18 años)

La Colectiva Lésbica Feminista Ayuquelen es la Colectiva Lésbica más antigua de Chile, que agrupa a mujeres adultas (mayores de 18 años) y que continúa realizando activismo político lesbofeminista hasta el día de hoy.

17.4.07

EL VII ELFLAC... se pagó una deuda histórica

Para las lesbianas chilenas de Ayuquelen, estar presentes en este Encuentro y haber participado de su organización significó la posibilidad no solo de pagar una deuda histórica con el Movimiento Lésbico Latinoamericano, sino además permitir explicitar nuestras posiciones en el concierto político local e internacional.

Ponencia de Anaí, participante I Eje Político.

Historia del Movimiento Lesbico Feminista Latinoamericano y del Caribe:
Una síntesis necesaria: avances y retrocesos

Anaí
Colectivo Lésbico Feminista Ayuquelén
Bloque Lésbico

Cuando nos planteamos la posibilidad de diseñar este encuentro político y tuvimos que escoger cuales temáticas serían las que colocaríamos como eje central, el asunto de la Historia ya estaba allí presente.

De hecho, ha estado presente de una u otra manera en cada uno de los encuentros anteriores. Siempre ha estado la búsqueda por sistematizar nuestros hitos importantes.

Pero son tantas las voces que intervienen cuando se cuenta la historia, que quien escucha puede quedar extasiada con tanta información o mareada con el vértigo con la que se producen los sucesos. Por eso la necesidad de contar, y recontar la historia, tantas veces como sea necesario para rescatar los detalles desde las diferentes miradas políticas. Y por supuesto desde los distintos protagonismos. Hoy no solo nos contentamos con contar la historia sino que además queremos interpretarla.

El movimiento lesbico latinoamericano en general y el chileno en particular tiene a lo menos dos historias, dos líneas cronológicas paralelas, que conviven en un tiempo simultáneo, y que algunas veces la contingencia logra reunir. De esta manera tenemos una historia oficial y una no oficial, o clandestina o no visible. (estos últimos apelativos escuchados a las compañeras que caminan desde la otra acera, desde la vereda del frente).

Las lesbianas feministas autónomas corremos habitualmente por el camino clandestino. Nuestras historias e hitos importantes sólo son conocidos por las otras lesbianas feministas autónomas. Lejos de las convenciones gubernamentales, y de las redes que se sustentan de dineros estatales.

Entonces, cuado nos planteamos el desafío de hacer un análisis crítico respecto de los avances y retrocesos del movimiento, surge el primer conflicto:

Los avances nuestros, los avances de las otras o los avances que hemos tenido en conjunto?

Para este análisis me referiré entonces nada más por cercanía a los avances y retrocesos nuestros, a lo que percibo del movimiento de las otras y de lo que creo que hemos logrado en conjunto. Esto desde la perspectiva que me dan los años de activismo político, en el Movimiento Lesbico feminista Chileno.

El movimiento lésbico en Chile se origina al igual que en muchos otros sectores de Latinoamérica de la mano del feminismo. De esta manera seremos las lesbianas del Ayuquelén, quienes dirán por primera vez en este país la palabra lesbiana feminista a los medios de comunicación, y la instalarán no sólo en murales y pegatinas sino en todas las instancias de debate político que se desarrollaron en el país a durante los años 90. Con el tiempo haremos las distinciones políticas necesarias que nos diferencian del resto de los movimientos sociales de la época. Y es aquí nuestro primer logro: marcar las diferencias entre ser lesbiana feminista y feminista lesbiana.

Habrán algunas que discreparán con la terminología y dirán incluso que son sutilezas del lenguaje, pero el lenguaje da forma y significancia a lo que hacemos. Y en este hacer política no es lo mismo pararse desde la mirada lesbiana que se sustenta en la construcción ideológica de los feminismos, que ser una feminista que tiene amores con otra mujer.

Mirado de esta manera , para nosotras hay un abismo de diferencias entre el hacer política lésbica feminista, o el hacer política feminista siendo una lesbiana.

Nosotras las lesbianas feministas hacemos y producimos movimiento para otras lesbianas, nuestro eje de preocupación en primera instancia son las problemáticas lésbicas, nuestras organizaciones se articulan en base a las necesidades sociales y políticas de las lesbianas, lo que no excluye nuestro accionar destinado a las reivindicaciones sociales que demandamos como mujeres.

A diferencia de las feministas lesbianas, cuya mirada política se centra en la agenda propia de los temas de mujer con escasa o ninguna consideración a la problemática lésbica.

Conocida es la lesbofobia que ha tenido el movimiento feminista durante su historia, y conocida también es la respuesta que hemos tenido las lesbianas a eso. Conocido también es el camino que hemos recorrido las lesbianas feministas para terminar con ese cinismo político. Y aquí va el otro gran logro: el movimiento lesbico feminista chileno ha logrado independizarse del movimiento feminista. Dejando de ser una “ hermana chica”[1] para transformarse en una aliada.

Hemos dejado atrás las dependencias emocionales y políticas.
De esta manera hemos logrado nutrir ambos movimientos de la experiencia acumulada de la otra. Así, ambos movimientos han encontrado un “otro espacio” donde dialogar, complotar y tejer complicidades en este quehacer político.

Y en este hacer, si miramos nuestras motivaciones de hace 20 años atrás y nos planteamos frente a los grandes temas: visibilidad, construcción de movimiento, vemos que en Chile hemos avanzado, hemos tenido logros.

Logros , que se materializan en la forma de realizar el activismo actual, en la forma en que nos planteamos frente a la contingencia, en la forma en que nos damos a conocer. Hay logros concretos, desde que iniciamos movimiento en este colectivo incipiente de principios de los años 80 hasta la multivariedad de agrupaciones que hoy alzan las voces en el escenario publico, haciendo política.

Entonces surge otra reflexión interesante ¿Las lesbiana chilenas hemos aprendido a hacer política?

En mis años de lesbiana feminista que realiza activismo, he conocido distintas realidades de chilenas que dicen que hacen política. Están las lesbianas que no se dicen feministas, pero su quehacer cotidiano es más feminista que muchas teóricas y académicas, a estas lesbianas las llamo las “feministas no asumidas”, y están aquellas que dicen que no son políticas, pero son las primeras en defender sus derechos como lesbianas y denunciar los abusos del sistema patriarcal, saliendo a la calle si es preciso. Hay otras, que en su ejercicio, confunden el hacer política con generar espacios de auto admiración fabricando liderazgos centrados en el yo y el yosotras y donde la temática de las otras lesbianas da lo mismo, lo que importa son los beneficios que este movimiento pueda otorgarme a este “yo”. He conocido a otras que confunden autonomía y rebeldía con el hecho de oponerse a todo lo existente, independiente de lo que sea y dificultando las iniciativas de las otras mujeres. Y he conocido a lesbianas que se dicen activistas pero que no salen de su casa y no interactúan con nadie más allá de su circulo cercano. Así también están aquellas que una ve siempre, en todos los debates políticos, en todas las marchas, liderando a las recién llegadas al activismo.

En esta multiplicidad de individualidades se contrapone la coherencia entre el discurso y la práctica, entre lo personal y lo colectivo, Existen colectivos de YOSOTRAS, y creo que Chile no es la excepción, y mujeres que se dicen a si mismas y a las demás que son las referentes del movimiento.


Pero entonces, ¿ qué es lo que constituye al movimiento? ¿ Cómo autodefinimos este movimiento? ¿Cómo construimos nuestros referentes?
Según los diccionarios oficiales Movimiento quiere decir “Acción y efecto de mover, Estado de los cuerpos mientras cambian de lugar o de posición,
Desarrollo y propagación de una tendencia de carácter innovador.

Según estas premisas, todas seríamos parte del movimiento, y todas afirmamos que hacemos política, dentro del movimiento.

Pero entonces, a qué le llamamos ¿hacer política? ¿qué entendemos por activismo? ¿Hacer política es sólo ser activista y salir a la calle?


Si entendemos el quehacer político como las instancias en las cuales se dialoga con el poder gobernante, ya sea como socia o aliada, en un partido o fuera de él, pues las chilenas tenemos muy poco camino recorrido aquí. Las lesbianas que integran como tales los partidos políticos o constituyen agrupaciones socias del estado, llevan tan solo unos años de existencia en el país. Y aún no alcanzamos a ver si esta forma tradicional de hacer política ha contribuido o no al movimiento nacional y menos aún al latinoamericano.

Sin embargo, las chilenas que hemos sido parte del movimiento hemos practicado una forma de hacer política desde la disidencia, con un discurso crítico y una forma horizontal de organizarse. Y de esta forma se han intervenido los espacios públicos.

Y de este quehacer político tenemos varios años de camino. Desde la primeras pegatinas que realizamos en el Ayuquelén, hasta los recientes murales del Colectivo muro activista La Perlita. Desde la primera marcha por los derechos humanos hasta “La otra Marcha". Desde nuestra primera boletina de una hoja, hasta la boletina La Hebra del colectivo Las Moiras, desde el silencio mediático hasta los programas radiales y radios virtuales como Radio Número Critico. Desde el correo postal hasta las revistas electrónicas como Rompiendo el Silencio.

Pero este camino no ha sido fácil, el avance ha sido lento, y son muchos los grupos que se han alzado en esta historia que hoy trato de analizar.
Entonces, la pregunta que me aflora es ¿porqué siempre estamos volviendo a empezar?

Es común y cotidiano, saber que los grupos se arman, avanzan, sufren crisis, se desarman y las que quedan se rearman, en otro grupo que empieza, pero no de donde quedó el grupo anterior, sino del principio, porque el único avance que queda es la experiencia de algunas de las integrantes. Y el referente cambia.

Y este circuito se repite casi como karma por toda América Latina.

Las diferencias entre las distintas maneras de “ hacer política” , los conflictos de intereses entre el yo, el yosotras y el bien común, la incapacidad para administrar el poder, y la ineficiencia para querer amorosamente a otra que no sea tu pareja ni tu semejante, hacen a mi parecer, que este circuito se mantenga.

En Chile, han sido varios los intentos para superar este karma, ha habido instancias con esfuerzos verdaderos, pero aún no definimos el nudo crítico ¿Qué nos entrampa compañeras?

La ausencia de referentes locales, que permanezcan en el tiempo, los enojos entre ex parejas, los pleitos por dinero, en fin la lista sigue y suma, y repito ¿qué nos entrampa compañeras?

La respuesta no es fácil, y la definición de movimiento lo explicita “Estado de los cuerpos mientras cambian de lugar o de posición”. Entonces, ¿son estos cambios de posición propios del movimiento, lo que nos empuja pero a la vez nos hace caer?

¿que pasa con nosotras cuando cambiamos de posiciones? ¿Qué sucede si una feminista se nos asume lesbiana y se nos adentra en el movimiento? Cambian las posiciones y cambian los referentes. ¿Y si de pronto se plantea llevar el lesbianismo e instalarlo en la academia? ¿Qué sucede si las reglas sociales contra las que nos oponemos de pronto están de nuestro lado?

Entonces el movimiento cambia de rumbo, cambian los pasos de las danzantes en este baile, y el movimiento o cambia de giro o se fracciona. Y otra vez cambian los referentes.

Y es lo que ha sucedido durante estos años, principalmente frente a temas de la contingencia: ley de matrimonio civil, ley antidiscriminación, y anteriormente con las leyes que despenalizaron la sodomía, etc.

Entonces ¿Es qué no hemos aprendido nada?

Pues si, hemos aprendido que hay distintas instancias para hacer política y distintas instancias para relacionarnos entre nosotras. Instancias para el colectivo e instancias para el trabajo en red. Que hay instancias dentro y fuera del sistema.

Por allí una canción dice: “debes amar el tiempo de los intentos” pues en estos momentos el movimiento chileno, que es joven en el concierto internacional está justamente en eso. Haciendo el intento, el intento de acercar a las unas con las otras, de convocar al diálogo a las de aquí con las de allá. Las que caminan conmigo y las de la vereda del frente.

Para ver por una parte si podemos ser cómplices y de que manera, si es que podemos desarrollar esa complicidad. Si podemos, sistematizar las experiencias.

Entonces reitero ¿Qué nos entrampa compañeras?

Y respecto de la pregunta ¿Las lesbiana chilenas hemos aprendido a hacer política?

Respondo que estamos en eso, haciendo el intento.
[1] Mención realizada por Andrea Miranda en la ponencia realizada en el VII Encuentro Feminista LAC en Cartagena:”el lado oscuro y discriminado del feminismo”